domingo, 28 de diciembre de 2008

Desayuno dominical


Es domingo y del otro lado del mar, aún es hora del desayuno. El día es cálido y el sol se muestra pleno en esta mañana de paso relajado.


Me imagino entrando en cualquier bar de Baires, eligiendo una mesa que me guste y sentándome allí. Ubicar donde esté el mozo y hacerle un gesto para que se acerque... saludarnos. Ordenar un café con leche y 2 medialunas de manteca aún tibiecitas; buscar el paquete de cigarrillos, encender uno y esperar tranquilamente a que vuelva el mozo con su pedido mientras me pierdo mirando lo que pasa en la ciudad a través del ventanal.

Una... dos... tres pitadas lentas y tranquilas. Llega el mozo. Sobre la mesa deja el jugo de naranja, la taza y las medialunas. El festín está servido.





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