martes, 27 de enero de 2009

Día Internacional de Conmemoración de las víctimas del Holocausto



Habiendo asistido a una escuela alemana, hay cuestiones y fechas que uno termina grabando – casi a fuego - en la memoria, 16 años no pasan en vano para nadie. Hoy es una de esas fechas, el 27 de enero. Hace 65 años, los rusos entraban en el mayor y más acabado infierno en vida que pudieran imaginar los colectivos perseguidos por el régimen nazi: El campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, Polonia.

Así, el calvario – para los que habían logrado sobrevivir – llegaba a su fin.
En conmemoración a ese evento – años después - el 1º de noviembre de 2005, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución 60/7 por la que se determinó que cada 27 de enero se celebrase el Día Internacional de Conmemoración anual en memoria de las víctimas del Holocausto, el día de conmemoración de la Shoah.

Recuerdo que en la escuela había gente de todas las procedencias: hijos y nietos de alemanes que cumplían con el estereotipo físico del alemán “clásico”, niños que pertenecíamos a una familia de descendencia alemana por uno de los lados de la familia, niños que pertenecían a cualquier otra colectividad. Había católicos, protestantes, judíos y algunas otras religiones. Nadie hablaba de ellas, se buscaba un ambiente familiar, agradable, de compañerismo aunque exigiéndose – c/u – para intentar dar siempre lo mejor de uno mismo. Las clases en alemán nos permitían adentrarnos cada vez más en la cultura, la historia y la filosofía de vida alemana. Agradecida estoy a los años que permanecí allí y el nivel educativo alcanzado, aunque con el paso de los años uno aprende a ver las cosas con otras ópticas y encontrar otras lecturas posibles a hechos que parecían cotidianos.

Los hechos de la guerra jamás se escondieron, es más, todo lo contrario. Se mostraron a través de las cintas de los corresponsales de guerra que filmaban toda la crueldad, el horror, la dignidad y la vergüenza de quienes aparecían en las imágenes. Recuerdo no tener 10 años cuando en la sala de proyección de films nos mostraron la cinta de Auschwitz, el cartel en blanco y negro de “Arbeit macht frei” (el trabajo libera), los pisos de tierra mejorados con lápidas de los perseguidos, los hornos abiertos y prendidos aunque ya sin contenido, las pilas de calzado, ropas, valijas, fotos, pertenencias de quienes llegaban a tan terrible destino. Las fosas, los soldados ó encargados, empujando carros repletos de sueños que ya no serían. No puedo decir que se haya hecho adoctrinamiento alguno aquella escuela, no se permitían hechos xenófobos, se buscaba a los responsables si eso sucedía y la expulsión era el destino seguro para actitudes del estilo. Aparentemente no había nazis a la vista, pero hoy recuerdo gente y decires que ahora puedo reconocer… y cuando me pregunto sobre el sentido de mostrarle a niños tan pequeños la realidad en crudo de todo aquello, todavía no encuentro una razón que me resulte 100% lógica. No sé si había un objetivo oculto a todo aquello y si lo había, en mí no se cumplió.

Prefiero llevarme todo lo bueno – que es mucho – en cuanto a calidad educativa, formación ética, sentido del compañerismo y capacidad de progreso. Lo que sí puedo asegurar es que he conocido muchos alemanes radicados de larga data en Argentina y otros que llegaron a darnos clases, a hacer el intercambio estudiantil. No todos tenían ideas pro-nazis y muchos hablaron con vergüenza ajena de lo que había sucedido y con la necesidad de recordar para no repetir. Aunque también recuerdo algunas ocasiones en que profesores salían de viaje por algunos días, ausentándose de sus puestos de trabajo… momento en los cuales se hablaba a sotto voce entre los estudiantes de que había ido a llevar a su/s padre/s a una zona “más segura” para ellos debido a su pasado: la zona del Valle de Calamuchita en la provincia de Córdoba o la zona de San Martín de los Andes y Bariloche (Patagonia), lugares donde podían encontrar algunas poblaciones que se volvieron una suerte de escondite para estas personas.


Hoy es un día para conmemorar la memoria de quienes perecieron dentro de los campos a causa de “La Solución Final” y para recordar una de las más graves faltas cometidas por parte de la humanidad. Dados los tiempos que corren, bien podría servir este día para ponderar la posibilidad de construir un nuevo mundo basado en la convivencia y la tolerancia,
¿no?.

Así como tener en claro, que si pasó una vez, de quedar indiferentes a lo que la historia nos quiere enseñar, la próxima vez - de haberla - cualquiera podría ser el próxim@ según la idiosincracia de quien moviera los hilos en esa ocasión .



E-migrad@

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