Música suave, anochece. Estoy en la cocina preparando la cena: hoy llegué más temprano de trabajar. Pasé por el mercado, elegí las mejores frutillas y ahora una copa de vino me hace compañía. Tomo un par de velas y me dirijo a colocarlas donde su luz nos abrace más delicadamente.
La mesa está lista, escucho la cadencia de tus pasos e inundan mi memoria el aroma de tu ropa, tu perfume, el aroma de tu piel...
Nuestras miradas sonríen descaradamente, voy a tu encuentro y te abrazo con toda la ternura de la que soy capaz. Beso tu cuello:
"¡Hola mimosona... te extrañé!".
Tomo la cartera; dejás tu abrigo, afuera hace frío y la ciudad comienza a acunarse mientras alcanzo tu mano y llegamos al living.Te desparramás en el sofá como sólo vos sabés hacerlo y me rindo - nuevamente - ante tu risa que me resulta absolutamente irresistible.Acariciás mi rostro y besás mis labios con picardía... yo me dejo asaltar: Ésto es la felicidad.
Voy a la cocina para ver como marcha todo; aparece tu mentón sobre mi hombro... te miro de reojo y susurro en tu oído:
"...Por fín descubrí para qué sirven mis hombros..."
Nos reímos, giro sobre mi eje y otro beso, mientras disfruto la paz que irradian tus ojos.
Cenamos entre risas, caricias, charlas del día y tranquilidad. El tiempo se acompasa a tu respiración y - de pronto - nos acurrucamos en el sofá del living.
Bebes de mi copa y sostenemos una charla en medio del más absoluto de los silencios... ¿Dónde comienza tu ser, dónde termina el mío?.
Recostada en la penumbra me ofrecés una frutilla de tu boca y no quiero ni puedo negarme a ninguna de las dos: ya es hora de envolver tu alma con la mía.
...Extiendo mi brazo sobre la fría almohada, se abren mis ojos y suspiro... último intento de poblar la cama vacía.
...Te busco en mi recuerdo, me visto, conjuro tu sonrisa y me pierdo entre la multitud pensando en todo lo que tengo que hacer el día de hoy.
E-migrad@
Aclaración:
Frutillas = Fresas
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