Era una gallega - que desde que tuve uso de razón - no levantaba más de 1,50 ms del piso y sin embargo para mí fue tan grande...
Creció en un pueblito de Lugo, junto a hermanos/as, unos padres y una vida probablemente dura como escenografía.
Vaya a saber por qué, cuando tuvo apenas edad suficiente, pensó que debía buscarse la vida en otros paisajes y junto a un hermano partió, tras besos, consejos y abrazos, hacia el otro lado del mar.
La vida dá muchas vueltas y conoció a un hombre rubio, varonil que hablaba con acento de otra lengua en los campos de una familia bien posicionada, en una llanura casi eterna, en la que el aire y sus vientos les susurraron palabras de amor.
Y el amor se hizo niña - mi madre - y acompasaron la cadencia de sus días. Fueron labriegos, mecánico, trabajador de metales y operaria de una fábrica. Trabajaron de sol a sol hasta poder tener su pequeña casa propia.
Fue ama de casa, madre y amante esposa. Fue suegra, abuela, bálsamo de paz y mujer - dicen - de carácter fuerte.
Yo sólo recuerdo que estuvo cerca mío desde que tengo memoria. Que compartimos casa, juegos, tareas, meriendas, tardes de películas, los primeros secretos de la cocina, los cuentos que me contaba en las noches de vacaciones, el catecismo que me leía cuando era pequeña, los rezos que me enseñó y mucho, mucho amor.
Sentí que "algo" le pasaba cuando tuvo aquel accidente doméstico, la cuidé en el hospital - aunque sólo tuviera 15 años - como la había cuidado, y a la manera que puede cuidar un niño, en nuestra casa. Recuerdo que le mentí, cuando le dije que todo iba a estar bien y que pronto volveríamos a casa y como - luego - no quise verla por dos días, después que el médico de la familia me dijera que aquello era difícil que terminara bien.
La última mirada la intercambiamos... yo, en la puerta de aquella habitación de clínica y ella, en la cama con su mascarilla de oxígeno.
Fue una mujer menuda la galleguita; fue una mujer fuerte, valiente y seguramente menos perfecta y más llena de contradicciones de lo que la niña que fuí, idealizó en su mente.
Hoy es el cumpleaños de La Lala, mi abuela.
"Tu amor me sigue arropando, galleguita. Desanduve el camino y hoy soy yo la que pisa la tierra que te vió nacer. ¡Feliz cumpleaños, estés donde estés, viejita! Te quiero mucho, F..."
E-migrad@
5 comentarios:
Qué lindo post le hiciste!!! Hermoso!!
Gracias a Dios mi abu todavía vive.
Un besote
Muy tierno post, Emigrad@. Son eternas, las abuelas!
Saludos,
Verónica
Hola Flor, gracias por tu valoración del post.
Y en un sentido tenés razón, mi abuela aún hoy, sigue viviendo... en el recuerdo, en mis afectos.
Esa es una de las mejoras formas de seguir existiendo.
Un beso
E-migrad@
Hola Verónica
Sí, ésta es una de esas abuelas eternas.
Cariños para vos
E-migrad@
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