lunes, 22 de junio de 2009

De cumpleaños, fechas especiales y de Ulises

Retomo la bitácora con ganas, ideas e intenciones.

Hace días que no escribía y he echado de menos el hacerlo.

Varias cosas sucedieron en estos días más allá del casi mortal aburrimiento de tener que guardar reposo para poder recomponerme.

Hubo un par de cumpleaños, una vieja amiga de la escuela primaria, algunos conocidos y M, mi ex-terapeuta, también estuve de cumple por éstos días. El teléfono salvó las distancias geográficas y temporales permitiendo que les saludase en este día.

Ayer fue el Día del Padre en Argentina así que llamé al viejo tempranito por su mañana. Hablamos de lo que harían ese día y de los muchos planes que hay para cuando estemos en Buenos Aires.

Tengo la sensación de que no va a alcanzar el tiempo para todo lo que nos gustaría hacer. Ahora mismo 20 días suena a mucho tiempo, pero seguramente cuando estemos in situ no será así. Me embarga la alegría cuando me pienso recorriendo nuevamente mi ciudad, lugares que Amore tiene pendientes aún por conocer, lugares a los que queremos volver, volver a mi barrio, los vecinos, mi casa, los amigos... pasar tiempo con ellos, con mis viejos, el reencuentro con la sensación de estar en aquel lugar que fue mi lugar durante tanto tiempo y que seguramente ya no será como lo dejé. Yo tampoco soy la misma y sé que la fantasía radica en esa sensación de volver "a casa" imaginando que vuelvo a ese mismo lugar que dejé hace algunos años.

Algunas preguntas se agolpan en mi mente: ¿Me sentiré de nuevo "en casa"?. ¿Me sentiré una extraña?, ó ¿Una suerte de turista en tierras largamente conocidas?. ¿Cómo me verán los que allí dejé cuando volvamos a vernos?. Sé que me esperan una cuantas risas al escucharme decir palabras ó frases aprendidas en tierras lejanas. Calculo que con un par de días volveré a hablar "argentino" al 100%. Mientras tanto, las risas y las bromas serán las invitadas en aquellas ocasiones.

Un día como ayer, pero hace exactamente 2 años, me encontré en el aeropuerto. Era un día frío, nublado y de pocas palabras. Aquel día sólo me acompañaron mis viejos, así lo preferí puesto que no hubiera tolerado ver a mi gente allí, despidiéndome. Como dije, aquel fue un día parco, con silencios contenidos y tristezas a flor de piel. La despedida fue breve... luego de entregar las valijas, un café compartido y las lágrimas de mi vieja que se escapaban de vez en cuando por sus mejillas. La mirada de mi viejo que decía muchas cosas que su voz guardaba. El nudo instalando en mi garganta que me hacía respirar profundamente de vez en cuando, para aliviar tensiones. De hecho mis viejos prefirieron acortar el café, fundirnos en un abrazo y desandar los caminos que minutos antes habíamos abierto por el hall central. En parte me dolió, pero entendí que era lo mejor para ellos, la tensión y la pena era mucha y ellos ya eran bastante mayores. Subí por la escalera de acceso a la zona de embarque sintiendo muchísima pena de tener que dejar todo aquello, de no poder erigir un mañana mejor junto a mi pareja en esas tierras y con un montón de preguntas sobre lo que me esperaría aquí, en este lado del mar.

Un día como hoy, a esta misma hora, estaba desandando camino en el cielo para poder llegar a esta tierra que me acojió a partir de mi primera pisada en suelo español. Me recibió un día soleado, cálido y un mundo que se adivinaba bastante distinto desde que llegamos a Barajas. Ya me ganaban los nervios y las ganas por verle de nuevo, después de un año sin poder tenerle frente a mí. Llegué a su lugar de trabajo - como habíamos convenido - fuí a su encuentro y allí comenzó otro capítulo de la historia.

Quedan por contar varias cosas de las pasadas en este último mes, que en el proseguir de los días irán tomando su puesto aquí, en Migraciones Internas.


E-migrad@

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